"Per noi è un sogno, per loro un’ossessione" ("Para nosotros es un sueño, para ellos una obsesión", en español). Así se refería en la eliminatoria Inter-Barça de 2010 José Mourinho a la obsesión que tenía el Barcelona de ganar esa Champions League en el Santiago Bernabéu.

Algo parecido se percibe en la institución del Atlético de Madrid tras quedarse con la miel en los labios en dos ocasiones. Un gol en el último suspiro y unos penaltis impidieron que los rojiblancos se coronaran reyes de Europa por primera vez. Ahora les llega el reto definitivo: la final se juega en casa y es algo que desde el club no han querido dejar pasar. 

Este verano dio la sensación de que el proyecto colchonero gira alrededor de esa final. Simeone reclamó una plantilla más ambiciosa y el club respondió; se blindó a Griezmann, convirtiéndolo en la bandera del club y se firmó al reciente campeón del mundo Lemar por 70 millones de euros, siendo el fichaje más caro de la historia del club. Junto a Lemar llegaron Rodri, Arias, Gelson (ya fuera) y Kalinic, que junto a la incorporación de Morata este invierno y la permanencia de Oblak, Godín, Giménez, Lucas Hernández, Thomas, Koke, Saúl, Correa o Vitolo hacen de esta la plantilla -a priori- más potente que ha dirigido el técnico argentino.

Pero la temporada no está saliendo como se esperaba, y el equipo parece el más irregular y menos competitivo que se ha visto en los últimos años. En Copa fueron eliminados en casa por un Girona que anotó el gol definitivo a dos minutos del final. En LaLiga no han podido seguir la estela de un Barcelona que ya se encuentra a seis puntos, y en Champions una humillante derrota en Dortmund y un pinchazo en Brujas le privaron de acabar la fase de grupos como campeones.

El equipo pagó ese tropiezo en Bélgica con el sorteo, en el que fue emparejado ante uno de los aspirantes al título. Exigente examen el que tendrá Simeone ante la Juventus, que además llega a Madrid con su mayor verdugo: Cristiano Ronaldo.

Una eliminación tan temprana en octavos de final podría dinamitar el proyecto rojiblanco, que además ya no está acostumbrado a quedarse sin títulos en juego en febrero. Por su parte eliminar a la Juventus ayudaría a recobrar toda la credibilidad que quizás estén perdiendo a lo largo de esta temporada y le daría alas al equipo para afrontar la parte más importante de la temporada.