Ousmane Dembélé está siendo el gran dilema del FC Barcelona esta temporada. El atacante francés está dando que hablar tanto dentro del campo, con muy buenas actuaciones, como fuera de él, por temas extradeportivos. Tras sus continuas faltas de disciplina, ¿debería el club tener paciencia con él e intentar recuperarlo? Lo analizamos.

Si

Lo principal es el rendimiento sobre el verde, y Ousmane está mostrando su mejor momento de forma desde que llegó a Barcelona. Mientras las buenas actuaciones sigan, todo lo demás tiene arreglo.

No estamos hablando de problemas con fiestas o alcohol, que es bastante más grave para un futbolista. No consta vida nocturna por las discotecas y bares de la ciudad. Simplemente se le deben corregir los horarios para organizar su tiempo libre sin que le repercuta en sus horas de sueño.

No hay futbolistas como Dembélé en el mercado; su calidad técnica, su físico y el manejo de las dos piernas es algo que el club no podría encontrar en ningún otro jugador, y menos aún con su edad.

El Barça pagó por él unos 140 millones de euros contando objetivos, y su progresión ascendente deja entrever que la inversión se podría rentabilizar deportivamente. El jugador va de menos a más, y no olvidemos que ya es campeón del mundo.

No causa ningún problema en el vestuario, donde cae bastante bien. Nunca ha tenido un mal gesto con ningún compañero y su vida personal no está afectando al ambiente del equipo.

Parece que desde el club tienen claro el potencial que tienen, y van a poner sobre la mesa todas las herramientas disponibles para reconducirlo. Multas, control de horarios e incluso un cocinero para que deje de lado los malos hábitos alimenticios deberían ayudar a que poco a poco vaya centrándose en la profesión que tiene.

No parece un jugador con un carácter complicado y rebelde, más bien parece un chico muy joven un poco inconsciente de todo lo que tiene. Y eso es algo que va a cambiar con su madurez.

No

El Barça pagó en exceso por su fichaje debido a la urgencia y necesidad tras vender a Neymar. Tras ser campeón del mundo y el inicio de temporada que está ofreciendo puede ser buen momento para venderlo aún por más de lo que pagaron, antes de que el problema extradeportivo vaya a más y se desvalorice.

El problema no es solo que se acueste tarde y duerma poco y mal, sino que tampoco lleva la alimentación que debería llevar un deportista de alto rendimiento y eso tarde o temprano le va a repercutir en su físico.

El futbolista es un privilegiado, y unas de las pocas obligaciones que tienen es la de llevar una vida ordenada y responsable, ya que trabajan con su físico. Ousmane Dembélé no es ningún niño al que hay que educar, tiene ya 21 años y pertenece a uno de los clubes más grandes del mundo. Su enorme salario conlleva una serie de responsabilidades que debe aceptar, y si no lo hace el club -que es quien le paga- debería darle puerta de inmediato, no tenerlo vigilado como a un crío.

Ni siquiera encaja perfectamente en el esquema de Valverde, y pese a que lo está haciendo bien, tampoco es un titular indiscutible. El Barça perdería a un buen jugador pero que para nada es pieza clave.

El francés no se ha adaptado bien al vestuario, donde no tiene amigos. Además esa actitud puede contagiar a otros jugadores a relajarse en los entrenamientos cuando estén cumpliendo en los partidos. Su indiferencia puede influir en el vestuario. 

Dembélé cuenta con muy buen cartel en Europa, la inflación del mercado junto a sus buenas actuaciones y su condición de campeón del mundo hacen pensar que el Barça podría sacarle beneficio a lo que pagó por él. Se podría vender por un precio muy suculento a un jugador que ahora mismo no es más que una promesa que parece que nunca explotará sus virtudes al máximo.