El difunto Stephen Hawking afirmó que la colonización de la Luna era potencialmente «lo único que nos podía salvar de nosotros mismos». Entretanto, hay quien cree que la Tierra será inhabitable en unas décadas, lo que no nos deja otra opción más que mudarnos a la Luna.

Sea como fuere, la vida lunar podría estar próxima, pero ¿cómo sería en la práctica? El casino online Betway ha reunido a sus mentes más brillantes para averiguar lo práctico e incluso factible que sería la vida en la Luna.

Condiciones de vida en la Luna

Mientras que los ecologistas presionan para que se tomen medidas urgentes para salvar nuestro planeta, otras personas ponen la vista más allá de la propia Tierra. Jeff Bezos, el fundador de Amazon, tiene el ojo puesto en la Luna. Está dedicando una de sus otras empresas a impulsar la colonización espacial. El rápido aumento de las temperaturas está causando el derretimiento de las placas de hielo del planeta, lo que deriva en fenómenos climatológicos extremos en todo el mundo. Las olas de calor y los huracanes serán cada vez más frecuentes, lo que hará que el hielo que quede en el mundo se derrita aún más rápido. Esto último pasó hace miles de años, lo que provocó un increíble aumento del nivel del mar en 9 metros. De ocurrir hoy, seríamos testigos de graves inundaciones en ciudades tan importantes como Nueva York o Londres. 

La Luna tiene diversas reservas de hielo en su polo sur a una temperatura relativamente estable de 0 °C. Aunque pueda parecer una temperatura muy baja, la mayor parte de la superficie lunar oscila entre una media de 123 °C durante el día y -190 °C durante la noche. La ausencia de atmósfera y el clima hacen necesaria una protección contra la radiación solar, así como contra los frecuentes choques de meteoritos, que causan una pérdida de agua al año de 300 toneladas.

Habría que construir un refugio con los recursos disponibles. El regolito lunar, un fino polvo que cubre la Luna, es similar a la arena volcánica de la Tierra, y puede convertirse en ladrillos por medio de un proceso denominado «sinterización por microondas». Requiere una concentración de luz solar o láser para unir los materiales, creando ladrillos tipo Lego que se entrelazan y que ofrecen una protección natural contra la radiación.

Sin embargo, da igual cómo se construyan los edificios: técnicamente, no se pueden poseer terrenos en la Luna, aunque muchas empresas afirman tener propiedades en ella. El Tratado sobre el espacio ultraterrestre de 1967 establece que ningún país soberano puede ser propietario de parte de la Luna, por lo que los gobiernos no garantizan los derechos de propiedad lunar. La solución más lógica pasaría por un sistema de licencias que reconociera las estructuras físicas de la Luna como propiedades privadas, no el terreno en sí mismo.

La realidad de la vida en la Luna

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Un ser humano consume entre 500 y 850 kilos de comida al año, pero necesitaríamos aún más para mantener una dieta saludable en la Luna. La mera presencia en su superficie nos hace consumir alrededor de 300 calorías por hora, es decir, tres veces más de lo que se quema en la Tierra. Necesitaríamos aún más energía para realizar entrenamientos diarios de dos horas y media para mantener la masa ósea, la fuerza muscular y el rendimiento cardíaco frente al bajo nivel de gravedad en la Luna, que es de aproximadamente una sexta parte del de la Tierra.

También es prácticamente imposible cultivar alimentos en su atmósfera, pero los científicos están ideando formas de resolver este problema. Si todas las sustancias químicas necesarias para cultivar plantas para nuestra alimentación se transportaran desde la Tierra, los residuos humanos (incluido el dióxido de carbono que generamos al respirar) podrían sustituirlas en la siguiente ronda de plantación. Aunque teóricamente es posible, hará falta llevar a la Luna unos 230 kilos de comida (o los productos químicos para cultivar desde cero) para poder iniciar dicho ciclo. Por persona. 

Además de dominar este proceso, también habría que prepararse para los rayos cósmicos de alta energía a los que estarían expuestos nuestros alimentos. Una posible solución sería un invernadero lunar subterráneo. Así, los cultivos estarían resguardados de las radiaciones dañinas y protegidos de los químicos dañinos del suelo lunar. Sin embargo, también necesitaríamos defendernos de esta amenaza. La radiación solar podría provocar daño tisular degenerativo, un mayor riesgo de cáncer y daños en el sistema nervioso central, por lo que sería imprescindible proteger a cada uno de los habitantes.

En la superficie, el polvo lunar puede parecer trivial, pero es un problema tremendamente preocupante. Gene Cernan, el último hombre que pisó la Luna, lo consideró la única limitación para futuras expediciones. Todos los tripulantes del Apolo 12 sufrieron la llamada «fiebre del heno lunar» después de sus misiones. El polvo lunar les provocó irritación en los ojos, las fosas nasales y los pulmones, pero una exposición prolongada podría haber llegado a destruir sus pulmones y sus células cerebrales.