Una ascensión meteórica

El 2023 de Carlos Alcaraz es, se mire por donde se mire, un año de ensueño. El tenista de El Palmar concluyó como número 2 mundial, a tan solo 2.000 puntos de lo más alto del ranking de la ATP. Además, ganó seis títulos en todo el año, algo al alcance de muy pocos jugadores en la actualidad.

El primero de ellos fue en Buenos Aires, donde se impuso al británico Cameron Norrie en dos sets. Un mes después, volvía a levantar un trofeo de prestigio, el de Indian Wells ante un Daniil Medvedev que apenas opuso resistencia. Fue la primera vez en la temporada que subía al número 1 del ranking. 

Más tarde, la gira de tierra batida se saldó con un excelente resultado. Dos títulos: el Conde de Godó, en Barcelona, donde trituró a Tsitsipas, y el Mutua Madrid Open, en una final disputada ante el alemán Jan-Lennard Struff. Aunque no se hizo con Roland Garros, pues perdió contra Djokovic en semifinales, Alcaraz estuvo fantástico en la temporada de tierra.

Pero si el paso por la tierra batida fue fantástico, el cambio a hierba fue sencillamente sublime. Alcaraz potenció todas sus virtudes y ganó con maestría el ATP 500 de Queen's y Wimbledon, en una final antológica también contra Djokovic que es ya historia del tenis.

A partir de septiembre su temporada no suma más éxitos y tiene un tramo final de año donde encadena derrotas y lesiones, con lo que termina 2023 de forma agridulce. Pero hay que evitar que el árbol no deje de ver el bosque, tomar perspectiva y valorar el excepcional 2023 de “Carlitos” Alcaraz.

2024, en busca de la excelencia competitiva  

Desde una posición de confianza y prudencia afronta Alcaraz este año entrante. De momento, no ha empezado mal en el Open de Australia, donde ya ha superado su mejor actuación histórica. Derrotó al mítico Gasquet en primera ronda, sufrió un poco más ante Sonego y doblegó al jovencísimo Shang Juncheng -de tan solo 18 años, pero unas enormes condiciones para la práctica del tenis-, antes de plantarse en cuartos tras arrollar al serbio Kecmanovic. Comenzar bien el año en Australia es fundamental para poder afrontar con optimismo los siguientes tramos de la temporada. 

Los retos de Carlos Alcaraz se pueden resumir en tres. El primero es mantenerse sano y olvidar la fascitis que le tuvo parado a finales del año pasado. El segundo recuperar confianza y regularidad en los resultados. Y el tercero sería llegar a finales de torneos y disputarlas, para así consolidarse como la gran alternativa al bosnio Novak Djokovic.

El nivel tan excepcional que Alcaraz ha tenido en 2023 ha propiciado que la afición española de alguna manera se malacostumbre, y sienta que para él es sencillo lograr esos hitos. Y es que pesa la sombra de Nadal, tan regular y exitoso a lo largo de las dos últimas décadas. Pero ganar de forma regular es el siguiente paso de madurez en la carrera del tenista de El Palmar, que tendrá que escribir su propia historia para consolidarse en la élite. De condiciones, desde luego, va sobrado.

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