Corría la temporada 2013-2014, Jesé era apodado "El Bichito" y se estaba haciendo hueco en todo un Real Madrid. El atacante canario mostraba desparpajo y descaro sobre el verde, y la temporada que estaba haciendo no pasó desapercibida para un Vicente Del Bosque que admitió que era uno de los jugadores potenciales para acudir al Mundial de Brasil en 2014. Pero su rodilla hizo "crack" una noche de Champions ante el Schalke en febrero. Ligamento cruzado roto y siete meses de baja. Ahí cambiaría todo. 

La "BBC" triunfaba y el hueco que se fue labrando lo perdió tras la lesión. Decidió marcharse y el ambicioso proyecto del PSG sería su destino. A partir de ahí su carrera ha ido sufriendo una caída lenta, pero constante.

No jugaría en París, y parecía que tampoco le importaba. Dicen que no hizo ningún esfuerzo por adaptarse, no acudió a las clases de francés que le ofreció el club y parecía estar más centrado en hacer reggaeton. Puso rumbo cedido a su isla para jugar en Las Palmas, pero llegó en una segunda vuelta en la que el equipo estuvo en descomposición y pasó por allí sin pena ni gloria. Puso rumbo a Inglaterra para acabar descendiendo con el Stoke City, donde tampoco jugaría demasiado. Los problemas y escándalos en su vida privada también han sido una constante; fue públicamente acusado por su ex pareja de no querer atender al hijo enfermo en común que tuvieron, además de poner en duda su profesionalidad.

Pero tras más de medio año sin jugar aparentemente algo ha cambiado en la vida del canario. En las últimas entrevistas se ha mostrado hiper motivado, entrena con preparador físico específico y nutricionista con los que ha perdido siete kilos de grasa, y reconoce errores del pasado. Ahora Quique Setién vuelve a apostar por él tras entrenarlo en Las Palmas, y Jesé no tiene otra que agradecerle esa confianza con trabajo y buenas actuaciones, se lo debe a Setién, y se lo debe a él mismo. Es su último tren en la élite.