El fútbol femenino español está creciendo a pasos agigantados y estamos siendo testigos de ello. El pasado sábado se escribió una nueva página en la historia de este deporte, y han sido unas cuantas en los últimos meses.

El pasado mes de marzo se batió el récord de asistencia a un partido de fútbol femenino entre clubes en el Wanda Metropolitano entre el Atleti y el Barça. Un par de meses más tarde las culés volvieron a ser protagonistas de otro evento histórico: la primera final de Champions femenina para un equipo español siete años después de debutar en el torneo. El fin de semana vivimos en directo un nuevo hito: los goles de Jeni Hermoso y Lucía García significaron la primera victoria en un Mundial.

Hace cuatro años del estreno en Canadá de nuestra selección en la máxima competición. España cosechó entonces un punto y asentó las bases de lo que estamos viendo hoy. Es innegable que el fútbol femenino va a más en nuestro país, poco a poco estamos viendo cómo van desapareciendo comentarios del tipo "atrapa el balón la portera", por otros como "paradón de Sandra Paños"; o "gol de la número 10" por "marca Jennifer Hermoso". Las jugadoras empiezan a ganar repercusión y reconocimiento ante el gran público; ya acaparan portadas de periódicos y la ilusión que transmiten va contagiando a un público cada vez más interesado por el fútbol femenino.

En pleno proceso de profesionalización la exigencia de esta selección es clara: crecer. Las expectativas están muy altas tras una fase de clasificación perfecta, pero las nuestras siguen siendo relativamente inexpertas en comparación con otras selecciones, ya que apenas han competido en cuatro de las últimas veinticinco competiciones internacionales. La frase "partido a partido" es muy habitual en las ruedas de prensa de las jugadoras.

Jorge Vilda ha conseguido aplicar un estilo reconocible y esto ha sido una parte importante de este éxito. El juego de la selección femenina tiene la esencia de la masculina: explotar los recursos técnicos de las jugadoras desde el balón y el control total del partido para minimizar los inconvenientes de la desventaja física respecto a otras selecciones, diferencias que se acentúan aún más en el fútbol femenino. La filosofía es reconocible y desde todas las categorías inferiores se trabaja en esa dirección, algo muy importante para construir un proyecto de futuro.