El Milán, la Juve, el Inter o la Roma, entre otros, vuelven a dar miedo y su fútbol a generar atención como lo hiciera en los noventa.

A los más veteranos del lugar no les sorprenderá si hablamos de los años dorados del Calcio allá por los años ochenta, también en los noventa y a principios de siglo. Era una época en la que no había inversiones exóticas y los clubes de fútbol pertenecían, normalmente, a sus propias aficiones, o al empresario y/o presidente local de turno.

El fútbol italiano comenzó a escribir su edad de oro con la llegada de Maradona, a mediados de los ochenta. Fue un punto de inflexión en el que algo hizo clic. A partir de ahí todo fue subiendo paulatinamente. De repente, el fútbol transalpino pegó un salto de calidad y emergieron clubes como el todopoderoso Milán de Sacchi y Capello, la Juventus de las seis finales de los años 90, el Inter, el Parma, el pulso entre Lazio y Roma, aquella final de la Sampdoria contra el Barça. Raro era el año en el que no se colaba un equipo italiano en alguna de las finales continentales.

Por aquel entonces hasta Telecinco se animó a retransmitir partidos del fútbol italiano en España. Pasaron por su fútbol grandísimas estrellas como Dennis Bergkamp, Michael Laudrup, Völler, Aldair, Martín Vázquez, Van Basten, Gullit, Careca, Ruben Sosa, más tarde Ronaldo Nazario, Andriy Shevchenko, Ronaldinho, Kaká, Zidane… El catálogo es realmente increíble. Pero, todo lo que sube baja.

La travesía en el desierto de la última década

¿Qué pasó para que el Calcio cayese en el olvido? La serie A no se supo renovar, los campos de fútbol y los de entrenamiento quedaron vetustos, el músculo financiero, con las sucesivas recesiones, perdió fuerza y surgieron varias crisis como el Calciopoli (la compra de árbitros por parte de la Juve) que desprestigiaron mucho el campeonato.

El Milán se quedó rezagado, descolgado de todos los campeonatos que ganaron Inter y Juventus; y los principales entrenadores fueron seducidos por otras ligas. Se sucedían los cursos futbolísticos en el que los equipos italianos quedaban apeados de Europa a las primeras de cambio. Ya son 13 los años el fútbol italiano lleva sin levantar la Orejona (desde que lo hiciera el Inter de Mourinho en el Bernabeu).

Una última temporada más que ilusionante

La 2022-2023 ha sido una temporada realmente bonita, aunque agridulce para los equipos del Calcio. Por un lado, han sabido competir para colocarse en las eliminatorias finales de todas las competiciones europeas, tanto en la Champions League, como en la Europa League o la Conference. Las finales hablaban italiano. ¿El problema? Que no se llegó a ganar nada. Italia colocó a Inter de Milán, Roma y Florentina en las tres finales, pero, en todas, sus equipos acabaron perdiendo.

¿Cuál es la buena noticia? Se ha ganado en competitividad y prestigio gracias a los proyectos pacientes del Milán (Stefano Pioli), Nápoles (ahora Rudi García) o Inter (Inzaghi), equipos pensados a largo plazo que ahora recogen los frutos de años de cosecha. Los rossoneri han conformado un equipo que combina perfectamente veteranía y juventud; el Nápoles fichó bien y completó una plantilla diversa, equilibrada y muy interesante, mientras que el Inter prosiguió con su apuesta por el fútbol rocoso y sin florituras de su técnico, que compitió de tú a tú con el todopoderoso Manchester City en la final de la Champions.

¿Podrá seguir el fútbol italiano el ritmo de Inglaterra, España y Alemania?, ¿volverá a ser una de las grandes ligas del fútbol continental? Está por ver si la modernización de los equipos (sus estructuras, plantillas, instalaciones y sistemas de juego) que han impulsado a sus principales escuadras tiene continuidad o si es flor de un día. De momento, pinta muy bien, y el fútbol en el Calcio vuelve a ser un espectáculo digno de ver. El tiempo dictará sentencia.

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