La visionaria idea del Sabio de Hortaleza se materializó abriendo la etapa de gloria del combinado nacional. Te contamos qué sucedió en 2008 en Betway.

Un entrenador en medio de la polémica

Luis Aragones, “el sabio de Hortaleza”, era por entonces el entrenador de la selección española. El mítico ex jugador del Atlético de Madrid había desembarcado en la selección tras una exitosa trayectoria en el Real Mallorca. Pero desde el comienzo su historia fue tumultuosa, con gran parte de la prensa del país en contra, resultados irregulares -había sido eliminado en el Mundial de Alemania en octavos- y la no convocatoria del delantero del Real Madrid, Raúl González, se llegó a dudar de su presencia en la Eurocopa. Pero Aragonés ganó el pulso a todos y el tiempo le dio la razón. Dirigió a la selección en 54 encuentros con 38 victorias, 12 empates y tan solo 4 derrotas.

La apuesta por “esos locos bajitos” 

La revolución de Luis Aragonés tuvo un protagonista principal: el balón. La selección española pasó de tener una personalidad marcada por conceptos etéreos como la garra o la furia, a ordenarse futbolísticamente a partir de la pelota. El entrenador apostó por jugadores bajitos con gran facilidad para jugar la pelota. Xavi, Cesc, Cazorla, Iniesta, Silva, etc. Así se fue fraguando un estilo de juego que se sublimó en la Eurocopa de Austria y Suiza. 

Un camino hasta la final con un momento clave

Una vez pasada la historia, parece que el camino hasta la final de España fue sencillo, pero lo cierto es que la confianza fue ganándose partido a partido. Al principio del campeonato no estaba nada clara la superioridad española con el resto de selecciones. Pero un magnífico debut contra Rusia, con tres goles de David Villa y uno de Cesc Fábregas, comenzó a allanar el terreno. La fase de grupos se completó con dos victorias más, una frente a Suecia, con goles de los dos delanteros estrella -Torres y Villa-, y otra frente a Grecia, con De la Red y Güiza anotando sendos tantos. 

Sin duda, el momento clave se dio en cuartos final, con el enfrentamiento ante Italia. Tras un partido tenso que concluyó 0 a 0, el destino de la selección se dirimiría en la tanda de penaltis. Entonces surgió el mago Iker Casillas, que detuvo dos penas máximas y propició la victoria de la selección. La barrera maldita de los cuartos de final por fin dejó de serlo. En semifinal esperaba Rusia, que fue avasallada por el tiki taka de la selección hasta extinguirse. La selección española se plantaría en la final con una enorme autoridad.

Una final para el recuerdo

El estadio Ernst Happel de Viena fue escenario de la primera gran final de la selección española moderna, que tenía en Casillas, Puyol, Xavi y Villa su columna vertebral. Frente a ella, una Alemania que partía como favorita y que tenía a Michael Ballack, Bastian Schweinsteiger, Miroslav Klose o Podolski entre sus filas. El partido lo controló España hasta que en el minuto 22, el delantero madrileño Fernando Torres le ganó la partida a la defensa alemana y, adelantándose a Lehmann, picó la pelota por encima de su cuerpo y alojó el balón en el fondo de la portería. El fútbol control del equipo de Aragonés hizo el resto. Alemania intimidó poco y la ansiada Eurocopa volvería a España 44 años después.

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