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El camino de ambos hasta la final tiene semejanzas y diferencias. Ambos lo han hecho con un empate en su haber y cinco victorias. Ambos han demostrado una buena pegada y fortaleza defensiva, así como capacidad para maniatar a sus rivales a través del control de la posesión. Ambos, además, han sabido sufrir en semifinales para llegar a una final que, en el caso de los ingleses, llega 55 años después de la última vez que llegaron al partido decisivo de un gran torneo.

Inglaterra gana

Solo han encajado un gol en todo el campeonato y cuentan con múltiples recursos en ataque. Desde la velocidad de Sterling, el colmillo de Kane o el poderío de sus centrales en el juego aéreo. Ataca menos que los italianos, pero lo hace con mayor certeza, como así atestigua su ratio de disparos a portería: 47 por ciento.

Juegan en casa, con una afición entregada a la posibilidad de ganar un título que hace mucho tiempo se les resiste. Gareth Gate lleva tiempo trabajando con este grupo y después de las semifinales alcanzadas en Rusia, ganar esta final parece el natural paso hacia delante, a pesar de que el bagaje de victorias ante Italia en sus últimos seis enfrentamientos asciende a una por dos italianas y tres empates.

Ambos equipos anotan

Solo Escocia ha dejado a los ingleses sin ver puerta, mientras que los italianos, con 12 goles en 6 partidos, solo se quedaron sin marcar dos goles o más ante una España que minimizó sus recursos en ataque. Los dos cuentan con dinamita en el frente de ataque y la final parece el escenario perfecto para que sus referencias tengan una noche inspirada.

Harry Kane marca

Está desatado. Ha marcado cuatro goles en los tres últimos partidos y amenaza la Bota de Oro que parecía calzada ya para Cristiano Ronaldo. Todos sus compañeros le buscan y él a sus compañeros, ya que también es un gran asistente.

En el presente curso, ha marcado 34 goles y dado 18 asistencias en 61 partidos. Con la selección inglesa, acumula 35 goles en 58 internacionalidades.